¡Si es que hay ocasiones en que montar claras más que una receta sencilla es una PRUEBA A NUESTROS NERVIOS Y PACIENCIA! 
     Uno que se afana en dejar el bol como un espejo, sin gota de grasa ni de humedad alguna y… muerta de nervios viertes las claras, poco a poco vas añadiendo el azúcar, y por otro lado rezando para que se monten y tú (no me diga más de uno que no lo ha hecho alguna vez…jejeje) vas mirando de reojo… «y no se montan», te dices, «bueno, en unos segundillos sí», te dices nuevamente toda ilusa…«¡Y que no se montan! ¿eh?» Y allá que vuelves a mirar de reojo, pero nada, hasta que la realidad te da un sopapo y, después de 10 minutos que la máquina no ha echado humo de milagro, se te cae el mundo a los pies ¡Nooooo!!! ¡No montan! Pero… ¿¿¿¡¡¡por qué demónganos  (eso lo dice mi madre porque la otra palabra le parece más fea, «demonios» me refiero…) estas claras se hacen de rogar taaaanto!!!???
     Pues bien, me pasó dos veces el mismo día, sip, yo creo que me da hasta vergüenza reconocerlo, pero sí, lo reconozco. Y una tras otra. Ya mi paciencia se agotó y me dije, si te quieres quedar calva de los nervios inténtalo una tercera, pero la única neurona sensata que me quedaba en esas circunstancias «extremas» me dijo «Jessi, déjalo pa otro momento, mi niña». Y así lo hice, ni todo el limón que le eché al bol, ni toda la servilleta que utilicé para dejarlo más seco que un palo sirvieron. Otro día, me dije (bueno, mi neurona me dijo…)

     Yo no pienso tirar este litro de merengue frustrao a la basura ni loca. Así que pensé en la forma de APROVECHARLO y me dije: «azúcar y claras, claras y azúcar… ¡Pues hago un queque!». Oye, y salió rico eh?
     A ver… que NO ESTARÉ DESCUBRIENDO LA PÓLVORA porque, seguramente, muchos (bueno, vale, algunos pocos) de vosotros ya habréis sufrido el mismo sentimiento que te recorre las venas de los nervios y habréis aprovechado el frustrado merengue horneando un bizcochín, peeeero, yo he querido compartir mi «experienciaquemejalodelospelos» con vosotros. 
     Así que aquí os paso la receta ¡EN VÍDEO Y REDACTADA! Por si les sucede, eh? Que yo sé que fijo conseguiréis hacer merengues con facilidad, pero por si acaso un día una gota de grasa trepa concienzudamente por vuestro bol y se hace una carpa (así llamamos en mi tierra a tirarse de cabeza al agua con estilo y destreza. ¡Guauuu!) lanzándose a vuestras claras… ¡aquí os la dejo!

    
* – RECETA – *


** Ingredientes (para un molde de 20 cm) **

  • 450 ml de merengue frustrado (lo que vienen siendo las claras con el azúcar). Hay que tener en cuenta (por si alguien quiere elaborar un merengue frustrado a posta, que se requiere de el doble de azúcar blanquilla que de claras, así que ya sabéis cómo elaborar uno!).
  • 250 ml de aceite de girasol (podéis rebajar también la cantidad a entre 180-200 ml si preferís reducir un poco la cantidad de grasa, pero es opcional ¡claro!)
  • 150 ml de crema agria (puedes elaborarla de forma casera añadiendo una cucharada sopera de vinagre o de zumo de limón natural a los 150 ml de nata. Veréis que parece cortada, pero es así como se consigue la crema agria, la remueves y listo. En 5-10 minutillos puedes utilizarla).
  • 250 gramos de harina de trigo
  • 1 cucharada sopera de levadura
  • Una pizca de sal

** Elaboración **

1. Engrasamos un molde de 20 cm de diámetro o dos moldes. Yo utilicé uno de 15 cm y otro de unos 10 cm de diámetro (ya ven, por ahí que me dió, los cogí un poco al tun tún, la verdad, así probaba el grande y el pequeño podía llevarlo como merienda a casa de una amiga, por ejemplo).

2. Precalentamos el horno entre 150-170 grados.

3. En un bol vertemos los 450 ml del merengue que jamás montó (Je). Y vamos añadiéndole, de forma gradual, el aceite para que vaya ligando poco a poco.

4. Añadimos la harina (a la que previamente hemos incorporado la levadura y la pizca de sal) a la mezcla, y lo hacemos alternándola con la crema agria. Empezar y terminar la mezcla con la harina.

5. Verter en los moldes (o molde grande) y hornear durante unos 35 minutos. Yo lo hice a 160 grados (ni pa tí ni pa mí, jajaja).

     Y después de 35 minutos los bizcochitos salieron: ¡RIQUÍSIMOS! Menos mal, pues no se crean ustedes que al comprobar que pude aprovecharlas bien me sentí hasta mejor. ¡Jajaja! En cuanto me recupere del soponcio volveré a hacer merengue. ¡Jur!

      ¡Ah! Por cierto, que también hay otra opción para aprovechar eso que en un momento quiso ser merengue pero quedó en rala…jajaja… También tenéis otra opción más rápida y que no gasta luz: ¡COGED UNA CUCHARA SOPERA! Y ya el resto es sólo mover bíceps… Vamos… ¡A darse un festín a cucharada limpia! Eso sí, por dios, con mesura, que luego en vez de pupilas tendréis ¡TERRONES DE AZÚCAR! Jajaja!

      Espero que les haya servido, o les venga bien si en algún momento los merengues os ponen a prueba…

     Un besazo, bizcochines (¡hoy de claras!)

     Jessi